Copenhague 2009.



Se trata de la primera reunión de negociación plena para configurar un nuevo acuerdo internacional en materia de lucha contra el cambio climático.En esta sesión por primera vez se ha incorporado la administración americana, apreciándose un cambio significativo en el discurso sobre su participación en la lucha contra el cambio climático, pero sin aportar de momento compromisos concretos.Los representantes de los países en esta reunión han constatado la dificultad de consensuar criterios de cara al futuro contenido del acuerdo que debe alcanzarse en Copenhague. Por ello, se ha contemplado la posibilidad de introducir una o dos sesiones más de negociación a las previstas antes de diciembre, con el objeto de llegar a Copenhague con el mayor grado de consenso entre todos los países.


La Unión Europea presentó a finales del año pasado su compromiso unilateral de reducir sus emisiones en un 20% para 2020, ampliable hasta un 30% si se alcanzaba un acuerdo internacional.



Entre los temas clave destacan los referentes al reparto de esfuerzos a la hora de fijar objetivos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero; el incremento de la ayuda financiera y transferencia tecnológica de los países desarrollados a favor de los emergentes; y por primera vez se ha planteado la cuestión de la reducción de emisiones por deforestación, degradación, gestión forestal y sostenible y mejora de los stocks de carbono, cuestión especialmente importante para muchos países en desarrollo.


Los líderes el G-8 (EEUU, Japón, Canadá, Rusia, Alemania, Italia, Francia y Gran Bretaña) han reconocido en su manifiesto final la gravedad del problema del cambio climático. Sus países, con un 13% de la población mundial, emiten más del 40% de los gases de efecto invernadero, y por tanto, tienen la mayor responsabilidad en la limitación de esas emisiones.


Estos países se han comprometido en la reunión de Italia a reducir en un 80% sus emisiones de gases para el año 2050. Lo cual, implica aceptar que es necesaria una revolución energética renovable que nos saque definitivamente de la dependencia de los combustibles fósiles. Sin embargo, al acuerdo le ha faltado un detalle fundamental, sin el cual pierde casi toda credibilidad: un compromiso intermedio y, en concreto, un acuerdo de cara a 2020.


Dejar todo compromiso a unaf echa tan lejana como 2050 es lo que ha dejado descontentos a muchos, entre otros al Secretario General de Naciones Unidas. La razón es evidente: no se puede dejar la lucha contra el cambio climático a la próxima generación, cuando sus consecuencias sean ya irreversibles.

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